Pasé 21 años viviendo en la misma casa en medio de la ciudad. No me quejo, tenía comida, a mi familia y a mis amigos cerca y todas las comodidades que se puedan tener en la ciudad. No tuve la suerte de nacer a la par de la brisa del mar, con caballos comiendo el zacate de mi jardín ni con monos peleando en el techo de mi casa, por lo cual decidí empezar una nueva vida, dejando atrás la jungla de ladrillos para vivir en una de verdad.

No es fácil tomar la decisión de mudarse al campo cuándo la ciudad nos ofrece de todo para poder divertirnos. Supongo que mi tipo de diversión no está en medio de edificios. Simplemente, no era felíz viviendo en San José. Por lo cuál, decidí aventurarme, sola, sin familia ni amigos, en busca de mi felicidad. ¡Y vaya que la encontré! Jamás imaginé que ese rincón llamado Sámara, en Guanacaste, se iba a convertir en mi primera gran experiencia viviendo sola.

 Vivir en la playa despertó en mí una gran admiración por los pequeños detalles: cada flor, cada insecto, el sonido de las ranas cantando en la noche, los grillos, los pájaros, los monos aulladores y puedo seguir mencionando. Mis sensaciones siempre estaban llenas. ¡No es para menos! Las playas de Costa Rica están rodeadas de miles de cosas hermosas. Playa Sámara se convirtió en mi casa inmediatamente. Creo que la vida se siente mejor viviendo cerca del mar.

Cada semana iba a ver los delfines en un tour y cuando llegaba la época del desove de tortugas, sólo tenía que viajar por una hora y media para poder presenciar uno de los espectáculos más inolvidables que haya podido vivir, miles de tortugas Lora arribando de manera masiva en el Refugio de Vida Silvestre Ostional. Ah, obvio, también pude ver las ballenas jorobadas que llegan dos veces al año a las aguas de Costa Rica. Entonces, ¿qué si extrañaba la ciudad? ¡Jamás! Extrañaba el hecho de no tener a mi familia y amigos cerca para poder vivir juntos ese tipo de experiencias.

Tuve la oportunidad de viajar por muchas playas en Costa Rica y cada una tiene una magia única, que enamora. El mar, las noches con sus miles de estrellas, el canto de los insectos y aves, la libertad que se percibe en cada rincón, creo que la combinación de cada detalle me regaló una segunda vida llena de felicidad. Fuí afortunada de encontrar un paraíso y llamarlo hogar.

Escrito por Veronica

Creditos de las photos por Veronica

Share This Article

You May Also Like

Contact us today!

Subscribe to our Newsletter!

Now you can get the top stories from West Of Crazy delivered to your inbox.


By subscribing you agree to our Terms of Service and Privacy Policy.